Salir a pasear con tu perro puede ser toda una odisea tanto para él como para ti. Además de hacer sus necesidades, querrá interactuar con otras mascotas y humanos, oler todo lo que se le pase por delante y, por supuesto, gastar energías. A él le hará muy bien la caminata pero puede que su dueño termine estresado si no sabe tratarlo.
Es que salir a dar un paseo implica también una práctica de obediencia por parte de las mascotas. Así, un primer consejo que podemos darte para que elimines la ansiedad y la caminata sea un éxito es que no le pongas la correa hasta que esté calmado. Si tu perro se agita cuando ve que tomas la correa es porque sabe que le tocará salir de casa. En ese momento no se la coloques. Párate delante de la puerta y espera hasta que se siente y se relaje.
Ya en el camino, si tu perro es de los que no paran de jalarla, lo mejor es detenerse hasta que esté holgada, según recomienda Pichy, entrenador canino de El Arca de Noé. Y, por supuesto, en caso de que sea un niño quien "conducirá", es importante que el adulto le transmita seguridad y que le enseñe que el perro no debe tironearlo, sino que debe caminar a su lado.
¿Y que pasa cuando el animal quiere tomar otra dirección? Pues te detienes y le dices "no" y tiras la correa para el lado correcto. Si obedece, lo ideal sería que lo felicites y le des un merecido premio.
Al llegar al parque o la plaza, deja que tu mascota olfatee, que haga sus necesidades (recuerda llevar una bolsita para recogerlas) y así irá tomando confianza y se irá tranquilizando. Sería bueno también que tu perro pudiera comprender la diferencia entre salir a caminar y el momento de jugar, que es cuando puede correr y experimentar. Un dato clave que da Pichy: es recomendable ir cambiando de ruta porque si tu perro la recuerda, va a estar más enfocado en seguir el camino que en hacerte caso.