A medida que envejecemos, nuestra memoria disminuye. Esto es un proceso totalmente natural, aunque el deterioro no es inevitable, ya que existen algunos trucos que podemos tener en cuenta para que la vejez no nos sorprenda olvidadizos.
Es conveniente comenzar a ordenar nuestra vida desde muy temprana edad, para que, de esta manera, el paso hacia la vida adulta no sea traumático ni doloroso. También es necesario dormir bien, ya que según pudieron averiguar investigadores alemanes, cuando la gente debía aprender palabras en pares, recordaban más luego de una siesta de 90 minutos, que después de mirar una película u otra actividad.
Otra actividad interesante es la de dibujar, ya que en palabras de la Dra. Àngels Bayés, directora de la Unidad de Parkinson y Trastornos del movimiento del Centro Médico Teknon: “Actividades como dibujar, pintar y esculpir estimulan el cerebro y ayudan a mejorar la memoria y la capacidad de introspección al combinar procesos cognitivos y motores. Existen estudios que demuestran cómo el arte puede proteger contra el declive de ciertas funciones cerebrales con la edad”.
Hacer ejercicio resulta beneficioso no solo para refrescar la memoria sino también para despejarla. En medio de esta actividad nuestro cuerpo combate al estrés que llevamos dentro y ejercita la memoria con trabajos de coordinación constantes, que ayudan al cerebro a mantenerse siempre atento.
Algo que suena insólito y que fue ampliamente investigado y confirmado es el hecho de que caminar para atrás nos ayuda a no perder la memoria. Un grupo de investigadores de la Universidad de Roehampton (Reino Unido), decidieron diseñar un método que nos permita recordar eventos. Llegaron a la conclusión que caminar hacia atrás ayuda a refrescar la memoria. Se les pidió a un grupo de gente que caminaran 10 metros hacia adelante o atrás en una habitación, al ritmo de un cronómetro. Las personas que caminaron hacia atrás fueron los que más recordaron cosas, según el resultado del estudio.