Nuestro cuerpo alberga diversos microorganismos con los que convivimos diariamente. Entre ellos se encuentran bacterias, virus, hongos y, sorprendentemente, parásitos que pueden residir en la piel de nuestra cara, aprovechando folículos pilosos y glándulas sebáceas. Dos de estos intrusos son Demodex folliculorum y Demodex brevis, pequeños ácaros microscópicos únicos en su especie por habitar exclusivamente en los humanos.
Demodex folliculorum, más común que su contraparte, prefiere establecerse en la cara, especialmente en la nariz, mejillas y frente. Por otro lado, Demodex brevis elige el cuero cabelludo, las cejas y las pestañas como su residencia principal. Aunque la mayoría de las personas alberga una pequeña cantidad de estos ácaros en su piel, en algunos casos, su población puede aumentar, dando lugar a la demodicosis, una afección cutánea con síntomas como piel seca, enrojecimiento, picazón, protuberancias o granos, y dermatitis seborreica.
La demodicosis, desencadenada por una infección de ácaros Demodex, puede derivar en complicaciones más graves, como infecciones bacterianas o virales de la piel. Aunque no existe cura para esta afección, los síntomas pueden tratarse con medicamentos tópicos u orales.
Varios factores pueden contribuir al aumento de estos parásitos en la piel, incluyendo la edad avanzada, un sistema inmunológico debilitado, piel grasa o con acné, uso de corticosteroides tópicos y tratamientos de quimioterapia. Es crucial mantener una buena higiene y, en caso de presentar síntomas de demodicosis, buscar la orientación de un médico o dermatólogo.
Los Demodex, relacionados con afecciones como acné, rosácea, dermatitis seborreica y psoriasis, pueden convertirse en una preocupación para la salud cutánea. La clave está en la prevención y la atención temprana.