Navidad es un momento en el que millones de personas se reúnen y celebran con sus seres queridos mediante un imponente banquete, los niños reciben regalos y todos nos vemos inundados por el espíritu navideño. Sin embargo, esto a veces se transforma en una obligación de la felicidad y de la alegría que se escapa de la realidad porque no hay nada más inexistente que esa obligatoriedad.
Cuando el deseo de una feliz Navidad y un feliz Año Nuevo se transforma en un lugar común que puede generar depresión y culpa cuando no participan de la alegría colectiva. Según Fernando Pena, el psicólogo que preside la Asociación Española de Psicología Sanitaria (Aepsis), "hay múltiples razones por las que una persona puede experimentar tristeza u otras emociones desagradables en estas fechas navideñas".
Luego, añadió que en época de Navidad "las más frecuentes son la añoranza de seres queridos que la persona ha perdido, ver que no ha cumplido sus objetivos en el año que está a punto de terminar, verse obligado a compartir tiempo con personas de la familia o familia política con las que no guarda una relación especialmente buena, o sentir la obligación de estar feliz cuando uno mismo no ve un incremento de razones para estarlo".
En Año Nuevo y en las fiestas decembrinas en general, "a nivel social, es la época más feliz del año y se nos exige un poquito más de relaciones sociales cercanas con personas que a lo mejor no hemos visto en todo el año. A esto se pueden sumar también problemas ya sea por las comidas, las compras, los regalos para nuestros hijos. Todo esto supone un gasto que no todas las familias pueden asumi", explicó la psicóloga sanitaria Anushik Harutyunyan, del centro Onelife.
Ante esto, hay que tener bien claro qué es lo que genera la depresión y la tristeza en las fiestas decembrinas. Reconocer si es parte de un cuadro depresivo o de circunstancias puntuales. El acto de comprender la causa de la tristeza va colaborar con las acciones que lleven a hacerla desaparecer.
"Si hemos perdido a alguien, en Navidad esos recuerdos están mucho más presentes. Hay que darle un lugar en nuestra mesa, ya sea brindando por esa persona, hablando de ella, contando anécdotas, pero siempre en un tono positivo. No podemos olvidarnos de nuestro abuelo que ha estado en todas las Navidades y que este año no está. No podemos dejar de hablar de él, porque todo el mundo va a pensar en él y sentir esa tristeza", propuso Harutyunyan.